Texto sobre Reunión de Muertos

Texto sobre Reunión de Muertos

Texto de mi amigo Conrado Domínguez sobre REUNIÓN DE MUERTOS. Publicado en El Retablo de Mi Blog:

Acaba de aparecer la nueva novela de Toni Rumbau titulada REUNIÓN DE MUERTOS, publicada por Thot Arts, que inicia con esta obra su colección literaria. Thot Arts publicará también los Cuadernos de Titeresante, recopilaciones temáticas de contenidos titiriteros de la revista digital Titeresante.

REUNIÓN DE MUERTOS es una obra en la que el autor ha volcado algunos de sus temas principales, tratados en sus obras literarias y en las teatrales, como son El Doble, la Alteridad, la Muerte y el Futuro, y lo ha hecho recurriendo a una forma que combina el folletín, la novela esotérica, el relato de aventuras urbanas y un cuento de muertos vivientes. Así lo indica el mismo texto de presentación de la obra.

En efecto, se puede decir que una de las creaciones más afortunadas del autor ha sido la del muerto Julià, verdadero protagonista de la novela, quien encarna esa curiosa condición de ser dos cosas opuestas a la vez sin que chirríe demasiado su personalidad. Básicamente, la de estar vivo y estar muerto a la vez, algo sin duda difícil de concebir, pero que el difunto conlleva con jovial garbo y con una sabiduría que proviene más de la intuición que de los libros. Es esta condición de Julià lo que permite ampliar la paradoja a otros opuestos más sociológicos pero no menos recalcitrantes en sus polarizaciones: respetuoso y hasta amical hacia quien le es amigo como hacia quien lo quiere matar; o tan orgulloso de sentirse catalán hasta la médula como español en toda su exaltación.

Esta condición doble de ser y no ser, o de ser dos cosas distintas a la vez, que Julià encarna con tanta naturalidad, no deja de ser un reflejo de la misma condición ontológica de las marionetas, que también son y no son, es decir, están vivas y están muertas a la vez. De ahí que algunos lectores de la obra hayan dicho que REUNIÓN DE MUERTOS tiene mucho de ‘retablo de títeres’, aunque no salga ninguna marioneta en ella.

Junto a Julià, aparecen en la novela unos viejos amigos del autor, los excéntricos futurólogos de la playa, capitaneados por el zapatero Romà Bastides y el médico jubilado y astrólogo de afición Josep Mercadal, con su grupo o Colla de la playa. Amigos que se han dejado gentilmente usar como personajes en la novela. También ellos viven en el singular fiel de la paradoja: están en el presente, pero no les cuesta nada trasladarse al futuro que ven con escalofriante nitidez.

A este grupo de personajes se cruzan otros que proceden de referentes más alejados pero también situados en los límites de lo imposible y de lo paradójico, como es el caso de Montecorvo y el Príncipe, quienes han hecho burla del tiempo al vivir más años de la cuenta. O el de los chinos Lin Xao y Xu Lin, maestros ambos de la Escuela del Ti de Macao, una disciplina que enseña precisamente lo de estar en dos sitios opuestos a la vez: en el mundo de lo visible y en el de lo invisible.

Pero REUNIÓN DE MUERTOS no sería una verdadera novela sin la aparición de un conjunto de personajes esenciales en toda trama folletinesca y de aventuras, como son el Guardia Civil Flores, la señorita Conchita Rovira, o la médium Salomé, más conocida por sus amigos como La Salomé, o el inefable sicario de Montecorvo, Augusto Silvestrone, que debe cumplir con el difícil encargo de matar a un muerto, o el grupo de Madame Julie, la Dame de Fer de Montecorvo, con sus dos secuaces Roskof y Roca, el del pútrido aliento, por no hablar del especialista en Lateralidades, el profesor Silver.

El resultado es un verdadero retablo de las maravillas, con episodios algunos escalofriantes, otros disparatados, que llevan la novela a los límites del género novelístico para situarla más cerca del Pulp o del Cómic o de la ‘novela gráfica’, tal es la fuerza de las imágenes desplegadas por el autor.

Su lectura, según los lectores que ya la han leído, es amena y divertida, aunque es necesario saber situarse en una posición similar a la de sus personajes: seriedad y levedad a la par, es decir, estar en dos sitios a la vez. O en todo caso, con la inocencia suficiente para dejarse transportar por este vaivén ontológico entre los opuestos de esta vida sin enfadarse ni ofenderse por ello.

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